23 enero, 2016

Carta decimoséptima: Adiós

Tantos momentos encapsulados, tantas sonrisas elucubradas, tantos corazones dentro de uno y aun así no puedo recordarte, ni siquiera ahora, que te tengo frente a mí.

Y no puedo dejar caer una sola lagrima, porque sentiría como mis emociones comienzan a mentirse entre sí, destrozándose unas con otras, dejando al envase totalmente vacío e inutilizable para otra nueva función, y no es lo que quiero, no es lo que nadie querría, aunque ello signifique no volver nunca más a ver los ojos más bellos que vi jamás.

¿Por qué hago esto? Sé que la confusión se presta a ser fácilmente alcanzada, pero no puedo evitarlo, y te pido perdón por la brusquedad, pero hay una sola causa, un solo motivo, una sola razón por la cual estoy aquí, sosteniendo tus manos, dejando reposar tu cabeza sobre mis hombros por última vez…

Te amo… por eso debo alejarme de ti.

Y es que contigo doscientos años se me hacen una semana, y no hay mañanas sin sol, sin una suave brisa que me apure a pensarte, a imaginar un camino libre por el cual puedas transitar hasta mis brazos, con la vaga excusa de necesitar un poco de tu calor, de tu esencia, de tu ser que tan bien me llega.

Y fuerte me aprieta el corazón, dejando fluir un leve dolor que no podría reconocer jamás cuando con solo ver el reflejo del universo en tus ojos anestesia toda mi alma.
Y ese universo es el que nos prometimos construir, solo para nosotros dos, alejado de todo el daño que las palabras de los que ven oscuridad en donde nosotros vemos luz pueda llegar a causar.

Luz que cuando desperté… no existía.

Universo al cual prometiste entrar, dejando transformar esa promesa en verbo letal, desanimando hasta a la más intensa partícula de mi existir, dejándome ver solo, frente al gran muro de la frustración, deshaciéndose ante mí, dejando caer sus escombros sobre mi desahuciado cuerpo, desgarrando todos y cada uno de mis sentimientos, dañando mi alma.

¿No quieres que me aleje? Yo tampoco quiero hacerlo, pero mira, mira bien… ¿Alguna vez hemos estado siquiera cerca? Una eternidad se sume sobre los días en los que intente acercarme aún más, y mientras prometías lo mismo, dabas un paso atrás.

Y no hay dolor que se pueda comparar al de un corazón alejándose de la vida que lo completa, y esa vida, esa vida eras para mí.

Me lamento de saber que nunca más volveré a ver tanta belleza en un parpadeo, pero peor es estar ciego, y dejarme caer al abismo que, sin imaginar, hemos creado.
Lo he intentado, créeme que lo he intentado, pero jamás vi que hayas siquiera movido un dedo por alcanzar esos sueños que compartíamos entre palabras y palabras, entre risas y charlas sobre la vida y la nada. Y ya no tengo fuerzas para seguir volando, porque jamás he tenido alas, y aun así he volado para ti.

Por eso, y solo por eso, decidí retirarme de la contienda, lo siento. No he cumplido, pero no por ello voy a suicidar mi corazón, mi alma, mi ser…

Por ello, en mi más puro sentir, con tu presencia en mí, dejo fluir aquello que es y no es, y perfora tan fuerte esa coraza que jamás me ha dejado pie a resiliencia alguna, tomo aire en una gran bocanada, y lloro.

Lloro porque estando aquí, siento que no estas.

Y a pesar de que tomo tus manos, siento frías las mías.

Y a pesar de que tu cabeza reposa sobre mi hombro, me siento solo, ya no hay día.

Y a pesar de que admiro tus ojos, mi alma se enfría.

Y a pesar de que te amo, debo decirte que no puedo olvidar.

Y a pesar de que te amo… debo decirte…



Adiós.




Anónimo.


24 de Enero del 2016, Buenos Aires, Argentina.